jueves, 12 de marzo de 2015

Trastornos alimenticios en la red.



Descubrí las enormes posibilidades de la red en mi examen de derecho mercantil II. Había entrado en vigor la Ley 22/2003, de 9 de julio, Concursal y la pregunta de examen estaba cantada, un comparativo con la ley anterior.  Me encontraba en la biblioteca de la facultad cuando, preparándome el esquema, se me encendió la luz de estudiante, "esto ya tiene que estar hecho fijo".

Tecleé en Google, en el único ordenador con internet al que teníamos acceso los estudiantes de la facultad por aquel entonces, y, en un pis pas, un magnífico comparativo publicado por el diario El País. Leyes en mano, lo revisé, hice unas cuantas anotaciones, y en apenas una mañana tenía lista la pregunta de examen que me dio mi título universitario.

Desde aquel día no concibo sentarme a realizar cualquier tipo de trabajo sin antes darme una vuelta por aquí. La información es desbordante, pero si sabes seleccionar y confirmas lo que lees, tienes todas las soluciones en tu mano.

Por aquellos tiempos comencé también a utilizar el Sancta Santorum de las bases de datos de jurisprudencia y descubrí lo complicada que tenía que ser antiguamente la abogacía, buscando sentencias en aquellos voluminosos tomos jurisprudenciales, en plan "El tiempo es oro", saltando de uno a otro. Entretenido, pero una auténtica pérdida de tiempo.

Las nuevas tecnologías son lo más, lo han cambiado todo. Tenemos acceso a todo el conocimiento, lo que nos permite trabajar con gran fundamento de forma muy rápida.

Tiempo y conocimiento, es lo que yo he ganado con internet, al menos en lo tocante a lo profesional.

No me voy a detener en todos los usos que le doy en el terreno personal,  pero muchas de las decisiones que tomo van precedidas de un chapuzón en la red. Hoteles, restaurantes, recetas, libros, música, tecnología, decoración, moda, política... Además de solventar mis múltiples curiosidades geográficas, históricas, sociológicas, científicas... la más reciente, la desaparición del mar de Aral.

Como decía, estar informado también da trabajo, porque te toca contrastar, y no siempre es fácil. Hay que saber buscar fuentes fiables (Foro en femenino y Foro más que coches no lo son!), y leer de todo.

Esta labor se vuelve inexcusable cuando vamos a utilizar esa información para tomar decisiones sobre nuestro propio cuerpo, o lo que es peor, sobre el cuerpo de otros. Aquí se llevan la palma los masters en diagnosis clínica en los que nos autotitulamos por la universidad de Google (Gente, hay que ir al médico y dejarse de tanto autodiagnóstico!).

En internet está el mundo, y como en el mundo hay mucha mierda, en internet también la hay.

Recuerdo que hace unos años Pedro Piqueras nos informaba sobre la proliferación de una serie de blogs que fomentaban la anorexia bajo el título, blogs pro ana y pro mía, en referencia a los dos trastornos alimenticios más conocidos, la anorexia y la bulimia. Aquel episodio, que me pareció aterrador, se borró de mi mente al tiempo que apagaba la tele, y hace unos meses, se volvió a presentar.

No lo voy a negar, yo no voy al endocrino, claro que no! Cuando voy cambiando de estación y veo que sigo sin entrar en mi antigua ropa (no, no la del instituto, la de antes de Emma y Raúl), me invaden los  buenos propósitos y busco en internet recetas saludables (nunca dietas de famosos doctores, que no son doctores!) Pues en una de estas búsquedas me encontré con una de esas aterradoras páginas. Me imagino que el hecho de haber sido madre, entre aquel informativo y el día que lo vi con mis propios ojos, ha debido de influir, pero me entraron ganas de llorar.

Presentan la enfermedad como un estilo de vida.

Ojo, un estilo de vida fabuloso, basado en el sufrimiento y en el engaño. Engaña a tu estómago (debe ser un trabajo titánico después de haberte comido en todo el día una lata de atún, una manzana y un café).  Engaña a tu familia y a tus amigos (No le cuentes a nadie que nos lees. Esparce comida por la casa para que parezca que has comido. Dí que estás enferma). Engáñate a ti misma (A las chicas gordas no las quiere nadie).

En Francia este tipo de páginas están prohibidas, en España lo están intentando las familias desesperadas con hijas e hijos que se están lesionando y dejándose morir (quién sino!). Creo que el fin que persiguen es bueno pero, desde mi punto de vista, no creo que esta sea la solución. Los adolescentes son listos, muy listos, e internet imparable. Aunque las prohibamos, no van a desaparecer.

La causa del problema no reside en las personas que escriben estos blogs (ellas son las primeras en padecerlo), por lo que tampoco podemos buscar allí la solución. La empresa es mucho mayor. No me canso de repetirlo, el problema es el mensaje que recibimos (y, sin mucha conciencia de ello, también entregamos) constantemente.

Este fin de semana leía una revista de las que acompañan a los periódicos con un nombre que ya de por sí discrimina al lector por género. Es una locura. Se pasa, sin ningún tipo de pudor, de mujeres directivas en el ámbito tecnológico a como endurecer el culo para el verano. Y porque no leo revistas que me discriminan a mí por mi condición de hembra, pero puedo imaginar  que el contenido será muy similar, y recordemos que la anorexia hace tiempo que ha dejado de ser una enfermedad reservada a las chicas, aunque en ellas es donde encontramos una mayor incidencia.

La semana pasada, con horror, contemplé un nuevo local que ha abierto en mi ciudad para hacer fiestas de belleza y de modelos para niñas. Ojiplática observé, a través del cristal, como varias niñas de unos 10 años salían de una cabina con un albornoz rosa (todo allí era rosa) y la cinta en la cabeza, preparadas para recibir un tratamiento facial. Niñas hermosas, fuertes, sanas.

¿De verdad podemos celebrar allí el cumpleaños de nuestras hijas y luego decirles aquello de que "la belleza reside en el interior"? ¿No sería mejor que se pasasen la tarde alimentando a las focas en el acuario, jugando a la caza del tesoro o tirándose globos de agua en el parque? En mi cabeza no cabe. Pero bueno, puede que sea corta de miras y alguien me pueda convencer de que no están mal, y de que es constructivo que una niña se pase la tarde pintándose las uñas y leyendo revistas de cotilleo (en la página web del local en cuestión se presentan de esta guisa). O quizás alguien argumente que es divertido ... en cuyo caso le diré unas cuantas cosas que a mí me parecían divertidas en la infancia y que hoy creo que son poco adecuadas para mis hijos.

Criar es una carrera de obstáculos y da mucho trabajo. Estar al día. Informarnos. Saber que existen estas páginas. Conocer su contenido para detectar las señales. Fortalecer la autoestima de nuestras hijas e hijos para que no sucumban a la triste vida que se esconde detrás del engaño. Cuidar los mensajes que enviamos, sobre la belleza y el aspecto físico (sí, ya sé que soy una pesada y una radical pero los juegos y juguetes que seleccionamos para nuestros hijos e hijas son clave en su desarrollo). Y aún con todo esto, no será suficiente, tendremos que luchar contra al mundo. Si no existe un posicionamiento inequívoco de las administraciones, sino existe una apuesta por la educación, la información, y la sanidad, si las madres y los padres están solos en esta carrera de la crianza, no será suficiente.










No hay comentarios:

Publicar un comentario